miércoles, 19 de octubre de 2011

Vida paralela en el subsuelo madrileño

Parece increible que lleve ya un año con este blog y nunca se me haya ocurrido hablar de una de las cosas más famosas de Madrid: EL METRO. Ese gran invento que sirve para ir allá donde quieras en esta ciudad sin tener que aguantar atascos y que gracias a la condesa de Aguirre ahora mismo puedo plantarme en Sol en 25 minutos.

Pero en cuanto te dispones a bajar las escaleras mecánicas (en el caso de que las hubiera o hubiese) la vida cambia totalmente de sentido. Llevaba tiempo queriendo hacer un estudio sobre ello, pero es que te paras a pensar y me llevaría más tiempo que una tesis doctoral. Así que voy a resumirlo todo. Antes de venirme aquí (o al poco, no me acuerdo) un amigo neo-fato me comentó que me fijara que en el momento de entrar en el metro iba a acelerar mi paso. Con el tiempo he de reconocer, que al menos a ciertas horas, se cumple ese teorema. Pero ya os digo que es simplemente por pura supervivencia. Si no quieres que hordas de gente pasen por encima tuya... vete a su ritmo. Y es que en la calle todavía puedes ir más a tu aire, pero en ese sitio cerrado y claustrofóbico por momentos... es que si no corres te pisan. Por suerte casi nunca lo cojo a hora punta y ese estress, el agobio y el olor a humanidad dentro del vagon no lo tengo que sufrir muy a menudo.

Por otra parte, en Madrid te puedes encontrar a personajes de lo más variopintos. Menuda fauna. Pero ahí donde se concentran todos es bajo tierra. Son como topos. Músicos, poetas, expresidiarios, yonkies (cada vez menos), gente que pide sin más porque no tiene una vocación para demostrar su arte a los demás, guiris, personas con ropas rarísimas, individuos que te predican la llamada de Dios y te aconsejan que sigas su camino, dominicanos con Don Omar sonando en el móvil a todo trapo... que digo yo, ¿en la república dominicana no han llegado los auriculares? Encima lo suelen llevar pegado a la oreja como los domingueros de los 80 con sus loros... es exagerao.

De todo este show me quedo con los músicos y no todos. Los hay que bueno, llevan su amplificador sonando una melodia con batería y bajo y ellos hacen la guitarra. O los tipicos peruanos tocando Titanic. Pero he llegado a escuchar a verdaderos artistas. Unos guitarristas alucinantes, saxofonistas, de pronto estás todo aburrido en un vagón y te entra una mini big band que te dejan atónito. Y luego está el que se lleva la palma. Si alguna vez pasáis por el metro de Sol, en la parte de abajo se suele poner un tío con unos cubos de pintura, sartenes y cacerolas. Hay baterías en el mundo haciendo giras con grupos famosos que no lo hacen mejor que este tipo. De verdad os digo que si tenéis oportunidad... os paréis y a disfrutar.

En fin, que a pesar de las cosas malas que tiene este medio de transporte y todo lo que le rodea yo seguiré usándolo para desplazarme... a no ser que el fío Vitorina la de Garrucho me lleve en coche, que entonces... pa señorito yo, jeje.

Salú!!!

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